miércoles, 28 de octubre de 2009
A PROPÓSITO DEL CASTIGO
" LA CULTURA DEL TERROR/2
La extorsión,
el insulto,
la amenaza,
el coscorrón,
la bofetada,
la paliza,
el azote,
el cuarto oscuro,
la ducha helada,
el ayuno obligatorio,
la comida obligatoria,
la prohibición de salir,
la prohibición de decir lo que se piensa,
la prohibición de hacer lo que se siente,
y la humillación pública
son algunos de los métodos de penitencia y tortura tradicionales en la vida de familia. Para castigo de la desobediencia y escarmiento de la libertad, la tradición familiar perpetúa una cultura del terror que humilla a la mujer, enseña a los hijos a mentir y contagia la peste del miedo.
_ Los derechos humanos tendrían que empezar por casa
-me comenta, en Chile, Andrés Domínguez."
Eduardo Galeano. El libro de los abrazos.
domingo, 25 de octubre de 2009
Mi N. York
Yo me quedo con ésta imagen, la de un tren que parece que se dirija al infierno: una ciudad, el contraste, Nueva York.
Pintadas, edificios vacíos, larguísmas colas de la beneficiencia por una hogaza de pan reblandecido, restaurantes caros, carísimos, ubicados en barrios marginales; grupos de razas conviviendo; judíos ortodoxos que no hablan con el sexo opuesto ni con quien profese otra fe (cualquier otra fe es opuesta); infraestructuras desastrosas; escaparates sucios; personas amables; olor a pizza, sed de cerveza; contrabando; restricción; curas ansiolíticas a base del góspel dominical; parques tranquilos en medio de una ciudad apabullante; el ferry a Staten Island; hombres-policía hablando de racismo; mujeres con la autoridad de la pistola, gritando a cualquier transeúnte; publicidad agresiva e impuesta; colorido; un comecocos; limpiadores de ventanas colgados en los cristales de los rascacielos; provincianismo; dolor de pies; calor en los pasillos del metro; frío en sus vagones; insultos a un Dios idolatrado; quejas en contra de la política; vítores por Obama; eldescubrimiento de Illia Efimovich Repin; limitación civil; control; ajedrez e internet al aire libre; añoranza; exceso de grasas para unos; cincuenta mil tipos de sacarinas; escasez de carne para el resto; café aguado; depósitos de agua; un expreso taquicárdico; la muestra contínua de imágenes de soldados americanos en Afganistán; más dolor de pies; portorriqueños americanizados; un egipcio bromeando en español; esperar para cruzar una calle y parar un coche para preguntarme si quiero dar un paseo; los bomberos, elefantes disfrazados entrando en mi apartamento; negros en cadillacs tuneados; “the best place in the world”, “¿are you sure, man?”; el “heeeeey maaaan” de Harlem; la sorpresa de la persona que te habla; la mía; el pan de cereales, las rosas silvestres y el anhelo de mi hogar; olor a humo urbano, asfáltico; el desastroso metro; lágrimas al escuchar una canción, Coney Island, Eatton, el taquillero de Mancey Av., y lo que no se puede describir, porque lo guardaré en mi memoria, y porque no se puede ni se debe desvelar aquello que se graba en el corazón, desde la tristeza y la alegría.
Mi Nueva York.
jueves, 22 de octubre de 2009
Paul Davies-El universo desbocado
miércoles, 21 de octubre de 2009
Larry Bishop-Hell Ride
Afortunadamente esta fase mía de biciclitero duró poco, pues todo el mundo se reía de la horterada en la que había transformado mi bici, mi madre me obligaba a ducharme, con lo que los tatuajes hechos con rotulador y las calcomanias desaparecían y nadie me vendía alcohol; hachís, pastillas y crack sí, pero quería empezar por algo más suave. La gota que colmó el vaso y derramó en forma de gritos y guantazos la paciencia de mis padres, fue el día en el que desperté en el hospital con el chaleco de piel, en realidad era una chaqueta de mi padre a la que le había realizado algunos cortes en las mangas y ciertos ajustes con mi gran ingenio de costurero, talento, por cierto, que desconocía que poseyera, pero como buen biciclitero: hay que saber de todo ;-). Al parecer perdí el conocimiento cuando una vecinita no es que me diera exactamente calabazas, sino que me arrojó un geranio con maceta incluida cuando le dije de jugar a los médicos: 'te voy a hacer una incisión subcutánea en el pectoral izquierdo para luego pinzarte el pezonocleideo y con el escalpelo...', 'otia! almíbar lecter' respondió chillando histérica y me lanzó la indirecta que de lleno me golpeó en la cabeza. Me castigaron quince años sin salir de mi habitación, con lo que se me quitaron del todo las ganas de saber nada de bicicliteros y pelis chorras de motoristas que en algún momento pueden sugerir parodia, pero la mayoría de las veces se manifiestan como apología del descerebramiento más cutreyanki posible.
lunes, 5 de octubre de 2009
LUGARES DEL MUNDO
OYMAYAKON
Localizado en el noreste de la República de Saja (Yakutia), éste pequeño poblado de la Siberia Rusa cuenta con algo más de 2.200 habitantes donde viven una vida un tanto particular y que está muy lejos de las comodidades de las grandes ciudades.
En Oymyakon la leche se reparte en estado sólido, en lugar de agua corriente se utilizan bloques de hielo y los escolares asisten a clases sólo si la temperatura no baja de los 52 grados bajo cero. Por ésta razón que la ciudad es conocida con el título de la ciudad más fría del mundo. De sólo pensar semejantes niveles de temperatura ya estoy temblando.
En esta ciudad siberiana donde su población resiste con tenacidad los fríos más extremos, el récord histórico se registró en 1926, cuando el termómetro marcó una temperatura de -72.1 grados Celsius. Y de hecho, durante los largos nueve meses de invierno en Oymyakon, es muy frecuente que el tiempo se mantenga alrededor de los 60 grados bajo cero.
El nombre Oymyakon significa “agua que no se congela” y obedece a la presencia de una fuente de aguas termales cercana que resultó ideal para la instalación de la ciudad. Además, Oymyakon se encuentra en un valle rodeado de enormes montañas que detienen el viento por completo, haciendo así que las bajísimas temperaturas resulten relativamente soportables y que en el breve verano se alcancen valores de hasta 35 grados de calor.
Lo que hasta principios del siglo XX no era más que un lugar de crianza de renos, con el apogeo del régimen soviético se convirtió en una ciudad muy bien provista, ya que las montañas de la región son sumamente ricas en oro, plata, platino y otros metales preciosos. Sin embargo, casi nada queda para la ciudad de esa riqueza mineral, y la mayoría de los pobladores de Oymyakon se encuentran apenas por encima del límite de pobreza. Por otra parte, con la caída del comunismo el interés por ese remoto enclave siberiano disminuyó notablemente, y ahora la ciudad de Oymyakon sobrevive sólo gracias a sus recursos locales, en especial la ganadería, la caza y la pesca, y además, del turismo puesto que es un destino elegido por muchos aventureros y excéntricos.
jueves, 1 de octubre de 2009
SUEÑOS, DE JUAN JOSE MILLAS
- Querida, te cojo doce mil euros de la caja de la farmacia, para hacerme unas chaquetas.
- Vale, corazón, pero no pidas factura, que estoy de papeles hasta el gorro.
Yo quiero que las bolsas de plástico con las que la gente me ve ir y venir por la calle estén llenas de billetes de 500 euros y no de judías verdes o lechugas. Yo quiero pagar al contado mis viajes a Sudáfrica (8.000 euros) y devolver 300.000 en billetes de 50 sin que a nadie le parezca raro. ¿Qué pasa? ¿Son obligatorias las transferencias?
Yo quiero estar a gusto conmigo mismo, con mi conciencia, como Trillo, que no tiene r remordimiento alguno por lo del Yak 42. Lo malo es que yo no he estado implicado en nada raro, ni en estafas, ni en muertes, ni en cohechos, ni en maquinaciones para alterar el valor de las cosas, sólo en pequeñas miserias, en tonterías de andar por casa, en mezquindades que no llaman la atención de los jueces, que no van a ningún sitio.
Y por eso, sospecho, sufro de tantos problemas de conciencia y de tantas dificultades para ser feliz. No tengo amiguitos como El Bigotes, como Correa, no frecuento los bajos fondos. Del trabajo a casa y de casa al trabajo, perra vida. Por eso Rita Barberá no me llama para acompañarme al juzgado y echar unas risas por el camino, como los actores cuando atraviesan la alfombra roja. Yo quiero ser un chorizo, no por los trajes, ni por los viajes a Sudáfrica ni por los 300.000 euros que me dan un día y devuelvo al siguiente en bolsas del supermercado, sino para que la gente me quiera más."
J.J. Millás