domingo, 25 de octubre de 2009

Mi N. York




Yo me quedo con ésta imagen, la de un tren que parece que se dirija al infierno: una ciudad, el contraste, Nueva York.

Pintadas, edificios vacíos, larguísmas colas de la beneficiencia por una hogaza de pan reblandecido, restaurantes caros, carísimos, ubicados en barrios marginales; grupos de razas conviviendo; judíos ortodoxos que no hablan con el sexo opuesto ni con quien profese otra fe (cualquier otra fe es opuesta); infraestructuras desastrosas; escaparates sucios; personas amables; olor a pizza, sed de cerveza; contrabando; restricción; curas ansiolíticas a base del góspel dominical; parques tranquilos en medio de una ciudad apabullante; el ferry a Staten Island; hombres-policía hablando de racismo; mujeres con la autoridad de la pistola, gritando a cualquier transeúnte; publicidad agresiva e impuesta; colorido; un comecocos; limpiadores de ventanas colgados en los cristales de los rascacielos; provincianismo; dolor de pies; calor en los pasillos del metro; frío en sus vagones; insultos a un Dios idolatrado; quejas en contra de la política; vítores por Obama; eldescubrimiento de Illia Efimovich Repin; limitación civil; control; ajedrez e internet al aire libre; añoranza; exceso de grasas para unos; cincuenta mil tipos de sacarinas; escasez de carne para el resto; café aguado; depósitos de agua; un expreso taquicárdico; la muestra contínua de imágenes de soldados americanos en Afganistán; más dolor de pies; portorriqueños americanizados; un egipcio bromeando en español; esperar para cruzar una calle y parar un coche para preguntarme si quiero dar un paseo; los bomberos, elefantes disfrazados entrando en mi apartamento; negros en cadillacs tuneados; “the best place in the world”, “¿are you sure, man?”; el “heeeeey maaaan” de Harlem; la sorpresa de la persona que te habla; la mía; el pan de cereales, las rosas silvestres y el anhelo de mi hogar; olor a humo urbano, asfáltico; el desastroso metro; lágrimas al escuchar una canción, Coney Island, Eatton, el taquillero de Mancey Av., y lo que no se puede describir, porque lo guardaré en mi memoria, y porque no se puede ni se debe desvelar aquello que se graba en el corazón, desde la tristeza y la alegría.

Mi Nueva York.

10 comentarios:

José L. Solé dijo...

Cuantísimas sensaciones, no me extraña, segurísimo que una ciudad como esa, la capital del mundo para muchos, las produce.
Supongo que todos tenemos nuestras ideas preconcebidas sobre ella, en parte es normal con tantas influencias que hemos recibido con las imágenes del cine sobretodo, pero yo no quiero hacer ningún juicio de valores hasta que la descubra con mis própios ojos, como bien dices seguro que hay momentos que serán indescriptibles y la única foti posible será la que capte la retina. Para los que nos gusta observar seguro que esta city es algo así como el paraíso de la condición humana-urbana.
En un principio me seduce más la idea de conocer la decadente feria de Conney Island que el universo financiero de Wall Street, por poner un ejemplo, pero creo que hay que ver todo lo que se pueda, y son tantas cosas!, mejor desde el pateo aunque supongo que coger el desastroso metro será inevitable...

Besote.-

Empe dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Empe dijo...

En mi opinión no hay paraíso en N. York, Krust. No, no lo hay. Como no lo hay en ninguna ciudad ni en ningún lugar del mundo.
Será inevitable y un error si no coges el metro porque resulta ser el submundo de toda ciudad. Piérdete en él, Krust, como yo me perdí. Y no te preocupes por ello, las gentes te reconducirán.

Enigma dijo...

Ya hablamos de Nueva York y sabes mi opinión sobre esta ciudad. Estuve hace mas de 10 años, claro que me hacia ilusión de ver por mis propios ojos lo que tropocientasmil veces hemos visto en las pelis, pero aparte de las gran armagasas de hierro, cristales, limosinas, (en una largísima recorri la ciudad por 3 horas),etc no encontre la archiconocidad ciudad algo que me entusiasmara, además, ya sabes que los yankees no son asunto de mi predilección.
Esas Ciudades tan monstruosas, no me atraen, pues aparte de algún barrio típico con sus templos, Tokio tampoco me gustó y cuando salí de allí respiré, en cambio Kioto... me enamoró.

Empe dijo...

Yo no recorrí nada en limousine, lo hice todo andando o en metro. Y hablaba de y con personas, no de hierros. Creo que cuando se viaja se debe conocer a las gentes del lugar, no los lugares. Éstos, por sí mismos, no valen más que lo que son: amasijo de hierros y cemento. Y si intentas conocer a las personas que habitan los lugares comprobarás que algunos prejuicios se van abajo. Eso es seguro.

Empe dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Enigma dijo...

Te comento lo de la limosunia como otra de las cosas que hice... claro que me gusta mezclarme con la gente "normal" de los lugares que visito, me
gusta "perderme" "vagabundear" por todas partes y tener experiencias de primera mano, eso lo hice en N.Y. y en todos los paises que he visitado, nunca me limito a ver lo que las guias de turismo aconsejan y tu sabes que una de mis pasiones es viajar, SIEMPRE se aprende poco o mucho de otras culturas.

ggg dijo...

Peaso de viaje te pegarías. Yo estuve de jovenico y me pareció todo muuuyyy grande, se me saturó la memoria visual y conceptual o algo así y apenas recuerdo ya detalle alguno, tan solo alguna sensación de asombro ante los rascacielos, central park (eso es un bosque!), el barrio chino que me dio buen rollo, el metropolitan y el museo de las ciencias que me encantó y patear y patear. Otra cosa que me llamó mucho la tención es como exageran las agencias de viaje y demás,'no habléis con nadie por la calle que os roban os matan os violan os...', me metieron un miedo en el cuerpo increíble. No hice recuento ni tengo en la mano las estadísticas, pero de cada cuatro personas cinco hablaban español maromenor, y te indicaban con total amabilidad. Esto lo comento por lo que decís de tratar con las personas del lugar, algo importantísimo, el caso es que hay individuos que vayan donde vayan siempre vuelven quejándose de como los han tratado, que si qué antipáticos!, que por ser español te tratan como una mierda..etc. Luego vas tú y la peña se enrolla de maravilla. La solución a esta paradoja, como para muchas otras cosas, la encontramos en las matemáticas, analiza el factor común.

Empe dijo...

A mi me trató todo el mundo, sin excepción, superbien. En ese hundí un grave prejuicio. Y me alegro.

Enigma dijo...

Tambien a mi me han tratado bien en todos los paises, unos mejores que otros, pero eso va con el carácter del pais, que sean más o menos abiertos y de Nueva York NO tengo ninguna queja, repito que me gustó ver lo que tanto habia visto en las pelis, pero no encontré la ciudad tan maravillosa como mucha gente dice, y eso de los atracos y demás.... doy mi palabra que en ningún pais me han robado, ni, por ejemplo en El Cairo que me metí por calles muy pobres y no se veia nadie de tez blanca,en cambio aqui en BCN, como puede ser en Madrid o cualquier sitio, me han arrando el bolso enterito o el billetero con esa astucia que tienen los carteristas.