jueves, 17 de septiembre de 2009

Franz Kafka-El castillo

Carta en balde al señor alcalde:

Excelentísimo señor alcalde, llevo poco tiempo aquí en su aldea, mas parece una eternidad. Un lapso infinito desde que logré arribar a estas alejadas tierras en respuesta a su presunta misiva. LLevo varios días intentando comunicarme con usted, pero resulta inútil. Los trámites se hacen insoportables, el papeleo se pierde, la complicación y lentitud en la realización de ciertas gestiones me impiden desarrollar la labor para la que fuí convocado. Tengo estudios, cursados con mucho esfuerzo, y experiencia, a costa de muchas horas de trabajo. Mi interés se halla fuera de toda sospecha, pues he realizado un largo camino, un duradero viaje dejando atrás familia y amigos. ¿Y qué me encuentro cuando llego? Una gigantesca pirámide de burocracia y formalidades, imposible de sortear incluso para sus ciudadanos más honrados y respetables. Me consta que es conocedor de mi llegada y de mi situación, pues esos ayudantes que envió para que colaborasen en calidad de subalternos en mi trabajo, así me lo sugieren, con lo que el desconcierto es aún mayor, y más cuando esos dos atolondrados asistentes no tienen experiencia ni conocimiento alguno de agrimensura, más bien parecen Merry y Pipin con sus torpezas y disparates, siempre jugando y discutiendo entre ellos. Nadie puede ser tan simple y descuidado, comienzo a tener la certeza de que, seguro, son informadores. Me observan de forma peculiar, aunque ya todo el mundo lo hace. No me aceptan porque no tengo trabajo ni el beneplácito de sus señores, algunos de los cuales me miran con suficiencia y desprecio, otros por el contrario, finjiendo benevolencia me tratan bien, pero miran, con poca esperanza en sus pupilas y suspirando impotencia, hacia arriba, hacia el colosal monumento administrativo, hacia el Castillo, lo cual refleja una total ineptitud en su organización para con los ciudadanos y un inmenso defecto de base.
Preferible sería que alguno, más bien casi todos, de sus funcionarios en vez de pasar el día en la taberna leyesen más a Kafka, en concreto un libro titulado 'El Castillo' donde podrían aprender al menos algo sobre dialéctica, donde la retórica y la argumentación resultan apabullantes, produciendo cierto desconcierto y confundiendo tanto el hilo argumental principal como las motivaciones y razonamientos de los distintos personajes, cuyas reflexiones, juicios y explicaciones van cambiando diametralmente en el diálogo hasta que vuelven a un mismo parecer ligeramente modificado, pero modificado lo suficiente como para que resulte el inicio de una nueva controversia.
Yo lo único que deseo, como ha debido notar, es integrarme en su hermética y patética comunidad, he abandonado ya cualquier otra ambición y he aceptado un trabajo denigrante para mis aptitudes y mi preparación, pues necesito un techo donde dormir y cobijarme del frio. Toda mi destreza y habilidad, todo mi ingenio y potencial reducidos a una mísera existencia de supervivencia, esto es de locos. Espero que esta historia no quede inconclusa como la obra de Kafka que menciono anteriormente y espero también su pronta respuesta. Mientras tanto seguiré soñando.
Atentamente,
G.

6 comentarios:

Enigma dijo...

Pues no conocia este libro de Kafka, he visto en Wikipedia, que la obra aunque no la finalizó, esta considerada una obra maestra, debe estar agotada su edición, pero seguro que en alguna bibliotea la encontraré.
Siempre se aprende de los demás...

festeig dijo...

Que cercano resulta a veces , más de las que qusieramos, el mundo de los relatos de Kafka. Y las vidas de sus personajes. Cuanta gente hay con una capacidad increible en multitud de facetas, pero que viven "amorcillados"( y no de amor precisamente)con tal de tener aseguradas esas cosdas que dices en tu carta en balde al alcalde.

José L. Solé dijo...

Con este escrito no respondes una presunta misiva, más bien te implicas en la supervivencia de esa alquería. A ver si habrá que sacar los naipes y jugárse el castillo a todo o nada.

Del libro ni idea, pero total Gabi. Un abrazo.-

María dijo...

Espero que además de todo esto no tengas que coger nunca una baja por enfermedad, pues se eleva a la quinta potencia y encima, enfermo.
Lei El Castillo y es fantkafkiano;-).
Besets

Antía dijo...

Aún no he tenido el placer de leer "el castillo" de Kafka...pero cuando he visto la foto con la que has acompañado tu comentario me ha dado el vuelco ese que de en el corazón cuando reconoces un lugar que pertenece intimamente a tu vida...en las laderas de ese castillo he crecido y menguado, he reído y llorado...me he divertido y aburrido a veces...he jugado, he hecho travesuras y me he portado como un ángel, he leido, he vivido y he muerto, he amado,he aborrecido, he aprendido y he olvidado....muchas, muchas..tantas cosas...Es que ese es el castillo de Ponferrada...de mi puebloooooooo

ggg dijo...

Pues, Antía, ha sido casualidad. Si que has respirado lo tuyo por esas laderas del castillo, no serás princesa?. María cuando pillo una baja....esto...cuanto mides?. Krust reparte tú las cartas antes de que empiece María a repartirme lexes. Paco ya te digo, el próximo de Kafka 'el proceso' que dicen que es igual, pero al revés, en vez de querer integrarse, pretende desligarse de la sociedad. Si Eni, siempre seremos aprendices, genial,no? interés, curiosidad, descubrimiento...
un abrazo a todos.